Buenos Aires es asombrosa, gigante, inabarcable. Capital de un país sudamericano, parece extraída de otro tiempo, de otro siglo, hasta de otro continente. Hace muchos años que vivo en esta ciudad y no termino de descubrirla.

“El único conocimiento verdadero es saber que no sabes nada” 

Esta es una de las frases que se atribuye a Sócrates. Lo mismo podría aplicarse a mi ciudad. Recorro mentalmente algunos de sus barrios y creo poder recordar diez o doce, pero Buenos Aires tiene más de 40 (no es cierto aquello de que es la ciudad de los 100 barrios porteños, como reza un famoso tango). 

Visitarla es un ejercicio maravilloso, conocerla es fascinante pero lo realmente desafiante es descubrirla, recorrer sus rincones ocultos. Es en ese momento cuando comienza mi amor por Buenos Aires.

Hace algún tiempo, caminando por el barrio de San Telmo, me encontré, casi que me choqué con el Zanjón de Granados, un edificio con una historia de más de 4 siglos descubierta de casualidad por su último comprador, que hoy está convertido en Museo y sede de grandes eventos públicos. 

Ingresar aquí es adentrarse en un túnel del tiempo: Buenos Aires colonial con ladrillos a la vista y pisos de piedra. Aquí, el tiempo avanza más lento y también observo vestigios de una ocupación posterior, años más tarde el edificio fue utilizado como conventillo (hogar compartido por familias inmigrantes europeas) entre fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX

La arquitectura es un hilo conductor en esta ciudad. La Avenida de Mayo en el viejo microcentro es una prueba de esto. Los balcones de estilos franceses y españoles muestran la marcada influencia europea. Caminando por ahí, entro en Palacio Barolo, un edificio de oficinas de casi 100 años de antigüedad con un estilo art decó que no pierde vigencia. 

Palacio Barolo

Este palacio con referencias a la Divina Comedia de Dante Alighieri y elementos de diseño exclusivo en picaportes, lámparas y ascensores guarda un hermoso secreto en su último piso. Allí hay un faro con una impresionante vista de toda la ciudad. La clave: realizar una reserva previa para asegurar el lugar y subir al atardecer.

Otra de las características de Buenos Aires es la gran cantidad de librerías que encontrarás a su paso. Alejadas de las grandes cadenas que pueden verse en el centro porteño (hay una muy famosa que está dentro de un teatro recomendada por el 95% de los argentinos), existen dos que me encanta visitarlas.

Libros del Pasaje es una perla enclavada en el barrio de Palermo. Una vez visitada la parte más conocida de esta zona (Plaza Serrano y sus diferentes tiendas de ropa), atravieso una serie de hermosos pasajes (pequeñas calles de 100 o 200 metros) que me llevan a uno de esos lugares que enamoran: una tienda impresionante con libros que van del piso al techo y una cafetería detrás que tiene las mejores tortas para combinar de una manera perfecta.

Falena Libros obliga a un esfuerzo mayor. Fuera del circuito turístico, en el barrio de Chacarita, esta librería ofrece de todo un poco. Cafetería, vinos, un hermoso patio interno para relajar y los mejores títulos en castellano u otros idiomas. Aquí, el tiempo parece no pasar. Puedo estar 4 o 5 horas sin darme cuenta. Entrar en Falena no es sólo visitar una librería, es una experiencia completa.

Germán Roitbarg